En todo contexto de trabajo empezamos a hablar cada vez más de competencia cultural, un concepto complejo, que requiere de profundizar en el concepto cultura como tal y reflexionar sobre sus implicaciones en nuestro ejercicio profesional.
Lo que sí parece seguro es que no hace falta pensar en otros ámbitos, ni en el caso de cooperación en el terreno, para enfrentarnos al reto de la interculturalidad. En Navarra y como enfermeras, en este caso, es parte de nuestra práctica diaria y de ahí la importancia de visibilizarlo.
La competencia cultural se ha definido, entre otras definiciones, como “la capacidad de los sistemas de brindar atención a pacientes de diversos valores, creencias y comportamientos, adaptando las intervenciones a sus necesidades sociales, culturales y lingüísticas(1)” . Es todo un desafío en el ámbito sanitario, ya que no se puede reducir la competencia cultural a una habilidad técnica que pueda obtener el personal por entrenamiento.
REDUCCIONISMO DEL CONCEPTO CULTURA
Parte del desafío emerge de la complejidad de definir cultura, y de cómo la medicina da una definición muy reduccionista de la cultura; reduciéndola a un idioma, nacionalidad o un checklist de componentes esenciales de ciertas culturas que se estereotipan (los chinos comen cerdo, pero los musulmanes no)(2).
Sin embargo, la cultura también incluye el significado que para una persona tiene ciertas reacciones psicofisiológicas, las relaciones interpersonales, identidad colectiva, prácticas religiosas, etc. Conviene tener en cuenta todas sus variables, los determinantes estructurales de desigualdad y las diferencias de poder(3).
APLICACIÓN A NUESTRA PRÁCTICA
Se ha teorizado mucho al respecto, pero las soluciones prácticas son aún motivo de debate. La idea es que el profesional sanitario empatice con la experiencia vivida de la enfermedad e intente entender la enfermedad como el paciente la entiende, siente y responde a la misma.
Para ello, cada vez más facultades están introduciendo en sus currículos de una forma u otra esta formación. Algunos autores proponen que los currículos tanto para estudiantes como para profesionales deben: (1)
- Concienciar sobre las disparidades raciales y étnicas en la salud y la importancia de factores socioculturales sobre creencias y conductas de salud.
- Identificar el impacto de raza, etnia, creencias y clase en las decisiones clínicas.
- Desarrollar herramientas de evaluación de creencias y comportamientos en salud en la comunidad.
- Desarrollar habilidades para evaluación intercultural, comunicación y negociación.
Los esfuerzos para mejorar la calidad de la atención deberían de incluir también métodos de entrevista cultura y lingüísticamente apropiados, reflejando necesidades de poblaciones multiculturales y minoritarias.
Además, deberían de desarrollarse programas que ayuden a las personas a navegar por el sistema de atención sanitaria y sus servicios para hacerlos más activos en su salud.
Sin embargo, la realidad para muchos sistemas sanitarios, incluido nuestro contexto, es que se carece del tiempo, recursos y formación necesarios para prácticas de estas características.
Janire Lezaun Gastón
Enfermera
Bibliografía
- Betancourt JR, Green AR, Carrillo JE. Cultural competence in health care: Emerging frameworks and practical approaches. Nueva York: Commonwealth Fund, Quality of Care for Underserved Populations: 2002.
- Bhatia N. Medicine and Cultural Competency: What anthropology can teach us. Fall: Intima, Journal of Narrative Medicine: 2011.
- Kleinman A, Benson P. Anthropology in the clinic: the problem of cultural competency and how to fix it. PLoS medicine: 2006.
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