Soy una enfermera de Pamplona que, como muchas de nosotras, en algún momento de mi vida me visualicé trabajando en un país en vías de desarrollo y con pocos recursos.

La labor humanitaria de la mayor parte de las ONGs que existen contemplan habitualmente el ámbito de la salud y nuestra profesión es una de las grandes demandadas en lo que llamamos «sur».

Si bien es cierto que no es necesario coger un avión y viajar a otro país para ayudar a «los que más lo necesitan», se trata de una experiencia indudablemente muy enriquecedora, un choque cultural y una salida de nuestra zona de confort que es imposible que nos deje indiferentes.

Mi experiencia hasta la fecha es con la Fundación Vicente Ferrer, con la que colaboro en el proyecto de enfermería pediátrica. Esta ONG lleva casi 50 años trabajando en una de las regiones más pobres y áridas de India, los estados de Andra Pradesh y Telangana.

Entre otros proyectos sostenibles y muy potentes (ecología, hábitat, Mujer, educación, etc.) destacaré el propio: el sanitario. Se ha construido una red hospitalaria de tres centros al mismo tiempo que un sistema de atención comunitaria rural, por y para los indios. En un todavía sistema de castas fantasma -donde en la teoría están erradicadas-, las personas que trabajan en la Fundación, TOCAN a los «intocables o dálits» (históricamente la casta más baja), para empoderarles y enseñarles a ser autosuficientes, autogestionarse y crecer para vivir lo mejor posible a pesar de las carencias. Aproximadamente el 98% de los trabajadores de RDT (Rural Development Trust, como se llama FVF en la región) son indios.

IMPLEMENTAR PROGRAMAS FORMATIVOS

Concretamente, en el campo de la enfermería a nivel hospitalario, sorprende la buena dotación de dispositivos y material del que disponen. El área de pediatría del hospital más grande, el de Bathalapalli, tiene una UCI Pediátrica de 6 camas, UCI Neonatal con 30 cunas, distribuido en tres boxes (según gravedad), urgencias pediátricas, hospital de día, plantas de hospitalización… bien equipados y organizados. Siendo así, la mayor necesidad que tienen es la formativa. Las enfermeras indias no dejan de pensar ni de ejercer cómo lo hacía una enfermera en nuestro país hace 50 años, salvando las distancias. Es por esto que allí, la labor de la enfermera voluntaria se centra en diseñar y ayudar a implementar programas formativos y clases de aquellas áreas que manifiestan querer mejorar o las necesidades detectadas. El objetivo es darles soporte en el desempeño diario de su labor enfermera asistencial. Trabajar mano a mano con ellas, sin prejuicios ni ojos occidentales se traduce en resultados de capacitación, motivación y lucha por la excelencia, en un contexto socio-cultural que no siempre lo pone fácil.

En Vicente Ferrer la labor es ésta: trabajar para potenciar su autonomía buscando unas técnicas y cuidados enfermeros de alta calidad y rigor. Y si lo pensamos bien es una modalidad muy lógica y eficiente de hacer cooperación al desarrollo.

Por ello, mi sugerencia es que antes de decidir irse de voluntariado, uno se ha de plantear bien con qué ONG quiere hacerlo, su filosofía y principios, cuál es el proyecto específico y si éste se ajusta a lo que buscamos y, lo que es más importante, a lo que podemos y queremos aportar. Porque como dijo Vicente Ferrer: «En el mundo hay muchas causas por las que luchar, y hay que tomar una como propia.»              

 

Cristina Gutiérrez Rada.
Coordinadora de enfermería pediátrica de la Fundación Vicente Ferrer

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