Notas sobre Enfermería 2020

Siguiendo el ejemplo de Florence Nightingale, de cuyo nacimiento se conmemora este año el bicentenario, el Colegio de Enfermería de Navarra pone en marcha la iniciativa “Notas de Enfermería 2020” para recoger experiencias vividas por enfermeras, y también por pacientes y sus familiares, relativas con los cuidados durante la crisis sanitaria del COVID-19.

Al igual que hiciera la precursora de la Enfermería moderna reflejando sus vivencias profesionales, entre ellas el trabajo en la Guerra de Crimea, en su famosa obra “Notas sobre Enfermería: qué es y qué no es”, esta iniciativa tiene como fin recopilar las experiencias de enfermeras que atienden o han atendido a pacientes afectados por el COVID-19. Además, quiere recoger también vivencias de personas que han estado afectadas por el coronavirus o de sus familiares, para que ofrezcan su visión sobre los cuidados de las enfermeras.

Por tanto, el Colegio invita a enfermeras, pacientes y familiares a que envíen por correo electrónico sus experiencias relativas a la pandemia del COVID-19, vivencias que pueden expresarse en distintos formatos: una frase, un relato breve, un sentimiento o una historia que refleje una situación concreta de cuidados. Pueden remitirlas a notasenfermeria2020@enfermerianavarra.com

 

Palabras de ánimo para los pacientes

Soy enfermera, trabajo en la UCI-B del CHN. He vivido esta situación como enfermera, como paciente y como familiar de paciente ingresado en el CHN.

Estas son las palabras de ánimo que me han surgido para los pacientes ingresados en el hospital, los verdaderos héroes y heroínas de esta pandemia. A mi padre le sacaron una sonrisa.

Caminante de la vida,
Que se ha parado por momentos.
Tú que buscas aliento
Y tan sólo encuentras un cuerpo ardiendo.

Es dura la batalla que ahora libras,
Con un camisón por armadura.
Pero eres más fuerte de lo que imaginas.
Tan sólo tienes que mantener la cordura.

Mira atento en derredor,
No podrías haber tenido mejor ejército
Para esta inoportuna encrucijada
En este inhóspito mes de Abril.

Todas esas personas que ves
Te van a cuidar mejor que a sí mismas
Tan sólo busca en sus miradas
El mundo ya ha caído rendido a sus pies.

Caminante de la vida, confía.
No pierdas tus pasos, ya han dejado huella.
Volverás a saborear la vida.
Volverás a oler la primavera.


Enfermera de UCI. Complejo Hospitalario de Navarra.

 

 

Desorganización, alejamiento, abandono y desinterés

La característica fundamental en esta pandemia, y en mi organización, de cara a los profesionales, en mi opinión, ha sido la de desorganización, alejamiento, abandono y desinterés de dirección y mandos intermedios, por los profesionales de la salud y, por ende, por las personas enfermas.

La desorganización procede de la ausencia de unanimidad en los protocolos. La organización se ha ido haciendo en cada equipo, cuando entré enfermeras y auxiliares han organizado el trabajo cotidiano, la distribución de los turnos y los horarios de cada turno. Han aprendido a diferenciar zonas limpias y sucias, uniformes de limpio y sucio, tiempos de limpio y sucio. ¿Qué han hecho las supervisoras? En algunos casos colaborar con las profesionales, en otros solo mirar y en otros criticar y afear lo que aquellas han hecho. Estas posturas cainitas, aumentan el estrés y el malestar en el entorno de trabajo cotidiano; también la rabia y hasta el asco hacia estas personas que ni en tiempo de crisis son capaces de mostrar solidaridad, empatía y colaboración.

Han obligado a trabajar a jornada completa a casi todas las profesionales. Excepto a algunas. Han perdido de vista que incluyendo a todas se pueden utilizar los nuevos recursos para reforzar plantillas. Han rechazado incluso ofertas de personas que se han ofrecido voluntariamente a incorporarse al servicio. La respuesta de algunas supervisoras: “ahora lo que nos sobra es personal”. Y una semana después pretenden poner a algunas enfermeras, a trabajar turnos de 12h.

La ausencia de material de protección. En psiquiatría justifican la inexistencia de EPIs a que “las intervenciones son de bajo riesgo”. A esta justificación peregrina, no hay un mando intermedio ni una jefatura clínica de sección o de servicio, que defienda las intervenciones no dialógicas de las enfermeras: situaciones de atragantamientos, brotes de agresividad o agitaciones psicomotrices, el simple hecho de conversar con las personas enfermas, entre otras. Lo grave es que en el resto del hospital, los EPIs les obligan a reutilizarlos, con el riesgo existente en el hecho de desvestirse, ponerlo en una percha, guardarlo en una habitación o pasillo y volverte a vestir. Realmente existe un ángel de la guardia y pocos contagios ha habido con esta forma de trabajar. Cada cual se ha buscado su mascarilla, han utilizado bolsas de basura para protegerse, se han apoyado entre ellas. Han hablado entre ellas del miedo, la angustia y otras emociones que explotan en la cabeza.

Por otro lado, las profesionales a pie de cama han aprendido que la incomodidad, la molestia, las marcas y las pequeñas erosiones que supone ponerse el EPI, sobre todo mascarillas y gafas, les garantiza su seguridad, “con el EPI estoy segura, me protejo y protejo”. Esa visión hace más llevadera la carga de trabajo y los tiempos de estar trabajando en zona sucia.

La dirección se ha atrincherado en el pabellón de gobierno y no ha permitido contacto con el resto del hospital. ¿Dónde queda el interés por los profesionales? Yo he echado en falta el que directora, subdirectora y adjuntas pasen por las unidades para interesarse por el estado de las enfermeras y sus necesidades. ¿Qué necesitáis? ¿En qué podemos mejorar? ¿Cómo podemos mostrar nuestro interés y cercanía? Posiblemente el miedo al contagio emocional les ha mantenido en sus zonas de confort. Considero que si hubieran bajado a zonas clínicas, hubieran puesto más ahínco en encontrar formulas para conseguir los EPIs y otras soluciones necesarias, útiles y suficientes porque hubiesen tenido el problema ante sus ojos; su cerebro habría reaccionado. Además de haber dado una imagen de cercanía e interés sincero por los profesionales a su cargo. Esto es cuidado en la gestión, porque hablar con…, es una forma de tranquilizar a quien tiene miedo, es una manera de ayudar al otro a autorregularse emocionalmente. Esto también es gestión.

Además, todo lo expuesto ayuda a hacer equipo y apaciguar la autosuficiencia con la que estamos acostumbradas a trabajar las profesionales de enfermería. Es lo que ayuda a convertir el hospital en magnético. A no tomar decisiones unilaterales en un momento de tanta incertidumbre, a que no haya variabilidad elevadísima en las intervenciones, a que las intervenciones sigan siendo de calidad, pero sobre todo de calidez. A que vayamos todas a una y cumplir la máxima de Darwin, la cooperación favorece la supervivencia; la el ingenio del más listo. Es el momento de colaborar todos. Compasión, comprensión, empatía y compatía.

Lo positivo. Que han facilitado una intervención en crisis, con 10 días de retraso, a través del servicio de psiquiatría, aportada por psiquiatras y psicólogos. La pega es que, a diferencia de otras organizaciones, en esta no han utilizados las enfermeras para estas intervenciones. Por otro lado, el apoyo a las familias de los profesionales, llegó con 5 días más de retraso. Es decir, la familia llega después en la consideración de quien gestiona la crisis.

También han facilitado a un limitado número de profesionales, que puedan hospedarse en hoteles para evitar volver a casa por el miedo a contagiar a sus seres queridos. O ampliar las plazas de aparcamiento, tras una mañana caótica en la que la ausencia de transporte publico, hizo que el parking hospitalario estuviera a reventar y el personal se quedó atrapado en sus coches hasta las 9,30, llegando tarde a trabajar, alargando el horario del turno salientes el de noche en casi 4 horas. Es decir, las necesidades van surgiendo y su gestión tarda más en dar una adecuada cobertura.

El reconocimiento de la ciudadanía con sus aplausos, de las empresas con sus regalos de café y otros alimentos, de trabajadoras y trabajadores de otros sectores colaborando en la elaboración de materiales EPI, solidarios, protectores, amables y agradecidos. Pero que esto no sirva para apaciguar el reflejo de la falta de agradecimiento de gestores y administración. No somos heroínas ni héroes, somos trabajadoras y trabajadores, somos personas con necesidades físicas y emocionales. Respétenlas por favor y hagan una lectura positiva, humana,  productiva, proactiva y generosa de toda esta situación desconocida, nueva para toda la humanidad. Ahora sus conocimientos no cuentan.


Enfermera de Salud Mental (Bilbao)

 

Viernes 6 de marzo. Turno de noche

Llevábamos una semana después del primer ingreso en UCI de una paciente de COVID19. Ese primer ingreso fue el 29 de febrero (el primer ingreso en UCI de todo España se produjo el 27 de febrero en Madrid, no recuerdo cuál fue el hospital) me pilló fuera de Pamplona, lo leí en la prensa.  Pude hablar con mis compañeros que estaban de turno para saber qué tal se encontraban. Pero pude ver que hubo tensión y ya sabemos que el amigo Murphy se presenta en estas situaciones: aquello que puede salir mal, saldrá mal.

Día a día veíamos que los ingresos se replicaban como el propio virus, exponencialmente.

Nuestra unidad está acostumbrada a recibir pacientes con complicaciones respiratorias (neumonías bilaterales, infecciones graves-sepsis). Eso sí, con “bichos” conocidos: Staphilococos, Kleipsielias, Meningococo… pero este SAR-COVID2 me tenía muy despistado.  Nos llega información desde hace tiempo de China, aunque sinceramente no me parecía muy fiable por la propia naturaleza del gobierno chino. Pero cuando los datos empezaron a llegar de Italia, empecé a ponerme nervioso.

Uno de los primeros documentos que me llegó fue sobre consideraciones éticas de los anestesistas italianos… La incertidumbre se apoderó de mí.

Del día 29 de febrero en adelante veíamos cómo la otra unidad de UCI de mi hospital comenzaba a ingresar pacientes COVID19 día a día. Con récords de ingreso de hasta 6 en un día.  Esa unidad se llenaba, la nuestra se empezaba a “vaciar” y a crear camas extra.  Se podría definir la situación como “calma tensa”, DEFCON 3.

Vienes 6 de marzo, turno de noche. Acudo a mi puesto de trabajo con la expectativa de que pronto empezarían a ingresar pacientes.  Mis cálculos se cumplen:  este fin de semana comenzaríamos. Llego a la unidad, “casi vacía”, con una ala de la UCI sin pacientes. Llevo un paciente no COVID19. Sinceramente, no era consciente de que ese señor sería la última persona a la que me acercaría como enfermero, sin bata, sin doble guantes, sin gafas…

Revisamos el cuadro de camas, nuestros compañeros tienen 2 camas libres: “Malo será que haya 3 ingresos esta noche…” Otra vez Murphy: 23 horas, las medicas adjuntas nos avisan: “Hay 3 pacientes en planta pendientes de ingreso. Vendrá algún paciente, pero no sabemos ni cuándo ni cómo”.

00:30 horas, ese sexto sentido que hay veces que se apodera de ti me hace mirar el mapa de camas.  ¡Ya está! Completo.

Aviso a mis compañeras de que ya tienen pleno en la otra unidad.  Comenzamos a preparar cosas, revisamos el protocolo de ingreso, materiales de EPI que usaremos, quién recibirá el ingreso, cómo y dónde lo haremos… Preferimos tener todo a punto y entrenado.

1:00 AM, las médicas se pasan por la unidad y nos avisan. Les contamos que tenemos todo listo. Las compañeras médicos están sometidas a un montón de estrés estos días, mucho. Su especialidad, Intensivos, creo que sufrirá un punto de inflexión histórico.

Viendo el ritmo de ingresos, deciden ir a descansar, se lo merecen.

Pese a que la noche está siendo muy tranquila, notamos que la adrenalina está en el ambiente. Bueno, o igual solo en mí, porque pese a que no iba a ser mi paciente, sí que iba a ser segundo enfermero para el ingreso (para los ingresos nos organizamos entrando 2 enfermeras, 1 auxiliar de enfermería y 2 médicos dentro de la habitación, mientras otra enfermera y otra auxiliar de campo quedan fuera de la habitación).

3:40 AM, Entra la médica de guardia en la unidad. Al verla decimos todo, ¡ya está aquí! Nos avisan de que un paciente acaba de llegar a urgencias y van a intubarlo porque no aguantaría para llegar a la unidad.

Notamos cómo el subidón adrenérgico nos llega. Intentamos dejar “apañado” todo lo que había que hacerle a mi paciente y comenzamos a prepararnos…

Repasamos el protocolo de colocación de EPI (ahora mismo, lo hacemos con los ojos cerrados): mascarilla, gorro, bata, guantes…

Material para técnicas, revisado por enésima vez, todo ok.

Fármacos para sedación, relajación, OK.

La mascarilla no te deja hacer respiraciones profundas, las gafas te aprietan en la sien y los pómulos (“mierda, los apósitos de protección”. Este detalle sé que me traerá problemas).

Sobre las 4: 10 AM aparecen nuestras compañeras con el paciente.

Llevo trabajando en UCI desde hace más de 12 años, pero noto que estoy inquieto, no nervioso, inquieto.  Durante estos años, no sé cuántos paciente habré recibido, pero muchos. “¡Joder, que es sólo un paciente con una neumonía. Ya sabes qué tienes que hacer!”, pienso.

Ponemos al paciente en su habitación, no llevamos más de 15 minutos y ya noto molestias en las gafas, se empiezan a empañar… 

El ingreso, va bien, no hay muchas complicaciones, no es necesario poner al paciente en prono (la UCI estos días se está convirtiendo en “Reino de pronos”. Nótese el fino sentido de humor negro sanitario, jajaja).

6:00 AM, consigo de salir del cubículo después de 2 horas y el paciente estaba bien. No me quiero imaginar cuando se complique un poco… esto será “muy heavy”.

Llega el cambio de turno, repartimos pacientes y ya comienzan los primeros cambios. Antes de salir de la unidad, me ducho. El miedo a trasmitir este “bicho” a tu familia da respeto.

Como reflexión personal:

  • Cuando la OMS declaró el 2020 como Año Internacional de las Enfermeras y la Matronas, entendimos otra cosa (Héctor Castiñeira, @EnfrmraSaturada dixit)
  • Esto cambiará la profesión sanitaria en general.
  • El día 6 de marzo de 2020 fue la última vez que me acerco a un paciente sin EPI de por medio.
  • Da que pensar que un medio de comunicación generalista se plantee “cómo es posible que no exista una especialidad de enfermería intensiva”. Sinceramente, no era necesario llegar a esto para que nos vean así.
  • Ya lo sabía, pero tengo una profesión que es a la quiero dedicarme. Me encanta mi trabajo y mi equipo de trabajo.
  • Ojalá podamos hacer un estudio o puesta en común de todo esto y prever que esta guerra biológica se puede repetir y hay que estar preparados de verdad.
  • Hasta dentro de 2-3 años no me podré acercar a un paciente sin EPIs.
  • Si alguien me dice que las vacunas no sirven para nada… mejor no lo pienso. Lo único que generan las vacunas es supervivencia (“Vaccines make adults” frente a “Vaccinnes make autism”).


Enfermero de UCI-B. Complejo Hospitalario de Navarra.