El artículo, que revisa experiencias anteriores con epidemias respiratorias graves, concluye que resulta fundamental la integridad funcional y estructural de la mascarilla, que el uso de protectores faciales es doblemente beneficioso y, por último, destaca la importancia de la formación del profesional y el recordatorio de no tocar la mascarilla con las manos.

 

Existen dos episodios documentados, similares al que estamos viviendo en la actualidad, en los que EEUU se enfrentó a epidemias respiratorias graves con una falta importante de mascarillas. El primero de ellos ocurrió en 2004 con el síndrome respiratorio agudo severo (SARS, por sus siglas en inglés) y el segundo en 2009, con la pandemia por gripe A o H1N1. En ambos casos y debido al problema en la obtención de mascarillas de filtración media-alta, los CDC (Centers for Disease Control and Prevention) de EEUU tuvieron que realizar recomendaciones sobre el uso extendido o la reutilización de estos dispositivos (1) (2).

A partir de estos episodios se identifica la necesidad de llevar a cabo estudios científicos que aporten luz sobre la posibilidad de reutilizar o de usar de forma prolongada o extendida las mascarillas de filtración media-alta. Se entiende como “uso extendido” al uso de la misma mascarilla para atender a distintos pacientes, sin quitársela entre paciente y paciente, mientras que la “reutilización” se refiere al uso de la misma mascarilla para atender distintos pacientes, pero quitándosela y poniéndosela, entre paciente y paciente (3).

La realización de estos estudios ha sido esencial, ya que hay algo que estas experiencias nos han enseñado y es que en situaciones de rotura de stock de mascarillas, no queda otra opción que extender su uso o reutilizarlas y por lo tanto, es central determinar qué limites tienen estas dos acciones.

En 2014 Fisher y Shaffer (4) publican una revisión de estos estudios, extrayendo algunas conclusiones importantes que pueden guiar la reutilización y uso extendido de las mascarillas de filtración media-alta:


EFICACIA DE LA MASCARILLA

La eficacia de la mascarilla para proteger de la inhalación de patógenos depende de dos factores principales: la eficacia del filtro y el ajuste de la mascarilla a la cara. A este respecto, los estudios evidencian que:

  • La eficacia del filtro no se deteriora, incluso varias semanas después de su primera utilización.
  • El deterioro del ajuste facial se acentúa con el tiempo de uso, aunque es variable en función de los modelos de mascarilla y de la morfología de la cara. Parece que por encima de 5 reutilizaciones, el ajuste se ve perjudicado. En el caso del uso extendido, es fundamental prestar atención el ajuste inicial de la mascarilla cuando uno se la coloca por primera vez.

TOLERANCIA POR PARTE DEL PROFESIONAL

Hay otra pregunta importante y es ¿durante cuánto tiempo los profesionales sanitarios pueden tolerar física y psicológicamente una mascarilla? Algunos estudios se han centrado en estos aspectos concluyendo que:

  • En usos prolongados no muy largos (en torno a 2 horas) no existe una repercusión importante sobre las variables fisiológicas del profesional. Sin embargo, no existen estudios similares, pero con un uso más prolongado.
  • En ocasiones, pueden aparecer problemas menores relacionados con molestias en la cabeza y en la cara del profesional (calor, por ejemplo).
  • Aunque los niveles de dióxido de carbono transcutáneo pueden aumentar, no llega a valores clínicamente relevantes.

En conclusión, según Fisher y Shaffer (4) es poco probable que periodos de uso prolongados de hasta 12 horas perjudiquen la salud del profesional sanitario.


POSIBILIDAD DE AUTO-CONTAGIO Y DE CONTAGIO A LOS DEMÁS

No existen estudios que hayan valorado la posibilidad de pasar patógenos de la mascarilla a las manos del profesional y que esto suponga un riesgo de contagio. Es evidente que no se puede descartar que esto pueda ocurrir. En este sentido, Fisher y Shaffer (4) consideran que el uso prolongado no debería tener mucho riesgo, siempre que los profesionales sanitarios no se toquen la mascarilla. Algunos estudios evidencian que los profesionales pueden llegar a tocarse la mascarilla una media de entre 10 y 20 veces en un uso prolongado de 12 horas. Como es evidente, la reutilización supone un mayor riesgo, debido a que hay que manipular la mascarilla cada vez que uno se la pone o se la quita, por lo que hay que ser especialmente cuidadoso.

Para contrarrestar este riesgo los autores están de acuerdo en subrayar la importancia de formar claramente a los profesionales y recordarles constantemente que no se toquen la mascarilla y que extremen las medidas de higiene de manos.

En el caso del riesgo de contagiar a otros compañeros o a otros pacientes, varias investigaciones han estudiado la posibilidad de re-aerosolización de los patógenos depositados en la mascarilla debido a ataques de tos, estornudos o a un uso brusco de la misma. Estos estudios concluyen que el riesgo de que esto ocurra es insignificante.


CONCLUSIÓN

En conclusión, ¿qué lectura podemos sacar de las experiencias en situaciones similares y de los estudios realizados sobre el uso prolongado y reutilización de las mascarillas de filtrado medio-alto?

  • En experiencias anteriores con otras epidemias respiratorias, se ha optado por establecer recomendaciones para el uso prolongado y la reutilización de las mascarillas de filtración media-alta.
  • La integridad funcional y estructural de la mascarilla es esencial. Por ello, hay que extremar la vigilancia del estado de la mascarilla, evitando prolongar el uso o reutilizar mascarillas que se encuentren claramente dañadas (arrugada, plegada o rota) o sucias.
  • El uso de protectores faciales puede tener un doble efecto beneficioso. Por un lado, limitan la posibilidad de contaminación de la superficie de la mascarilla con fluidos, secreciones, etc. y por otro lado, supone una barrera física para que el profesional pueda tocarse la zona y contaminarse las manos.
  • En cualquier caso, la medida fundamental a implantar en el uso prolongado o reutilización de mascarillas es la educación del profesional y el recordatorio constante de la importancia de no tocarse la mascarilla y de extremar las medidas de higiene de manos.

 

Dra. Leticia San Martín Rodríguez
Enfermera. Profesora del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)

 

Bibliografía

  1. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). 2003. Interim Domestic Guidance on the Use of Respirator to Prevent the Transmission of SARS. Obtenido de: at http://www.cdc.gov/sars/clinical/respirators.html.
  2. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). 2009. Questions and Answers Regarding Respiratory Protection for Preventing 2009 H1N1 Influenza Among Healthcare Personnel. Obtenido de: at http://www.cdc.gov/h1n1flu/guidelines_infection_control_qa.htm.
  3. National Institute for Occupational Safety and Health. (2018). Recommended Guidance for Extended Use and Limited Reuse of N95 Filtering Facepiece Respirators in Healthcare Settings. Centers for Disease Control and Prevention. Obtenido de: https://www.cdc.gov/niosh/topics/hcwcontrols/recommendedguidanceextuse.html
  4. Fisher, E. and Shaffer, R. (2014). Commentary Considerations for Recommending Extended Use and Limited Reuse of Filtering Facepiece Respirators in Health Care Settings. Journal of Occupational and Environmental Hygiene. 11(8):D115-D128.

 

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Suscríbete a nuestro blog

Suscríbete a nuestro blog

Recibe semanallmente todas las actualizaciones de Enfermería en Movimiento

Hemos enviado un mensaje de verificación a su correo. Por favor, compruébelo.